viernes, 2 de diciembre de 2011

España-Cuba: nueva agenda exterior

Publicado el 2 de diciembre en el 
Servicio Informativo del Cuban Transition Project. 
ICCAS-University of Miami

Encuentro de Rajoy en 2010 con disidentes cubanos
Mariano Rajoy, presidente electo de España desde el pasado 20 de noviembre, sigue en silencio. Él es un político resistente que ni desvela sus cartas ni quiere ofender. Ni dentro ni fuera de su formación, el conservador Partido Popular (PP).
Mientras tanto, los candidatos a ministro y las teorías sobre la acción política de Rajoy se suceden a toda velocidad. También, por supuesto, en el campo de las relaciones exteriores, con especial y forzosa atención a Europa por la descomunal crisis económica. No en vano el programa electoral popular en este campo se titula “Política europea y proyección exterior”. Primero, Europa. Después, los demás.
Sin embargo, tanto la dimensión atlántica (EEUU, Canada y la OTAN) como la latinoamericana son importantes para Rajoy. De hecho, el PP asegura que Iberoamérica está en su ADN político y cita a continuación a un solo país “por sus especiales dificultades para tener contacto con el mundo libre”: Cuba.
Esta alusión se debe probablemente a Jorge Moragas, diplomático de carrera y coordinador de Relaciones Internacionales del PP, buen conocedor de realidad cubana. Moragas, que fue expulsado de la Isla en 2004 por intentar reunirse con los opositores Oswaldo Payá y Blanca Reyes, es quizá el principal asesor de Rajoy para asuntos americanos y defiende con fuerza la “cuestión cubana” como una de las banderas de su partido.
Sin embargo no siempre fue así. Recuérdese, por ejemplo, cómo el histórico fundador del PP, Manuel Fraga, ha mantenido una sorprendente sintonía con Fidel Castro, continuadora de las buenas relaciones de Franco con el dictador cubano.
Ese doble juego del PP desapareció por completo en 1996, año del triunfo de José Mª Aznar (por cierto, nieto del director del Diario de La Marina en la década de 1920, Manuel Aznar). Pero en 2004 la dictadura recibió de Rodríguez Zapatero un respaldo desconocido desde la década de 1980. Su ejecutor fue el ministro Miguel Ángel Moratinos, de grato recuerdo para los comunistas cubanos
Durante los últimos siete años han sido innumerables los actos y comunicados del PP en apoyo de los disidentes cubanos. No sólo a nivel nacional, sino tambien en la Unión Europea (apoyando el Premio Sajarov de DDHH para Oswaldo Payá o Guillermo Fariñas) y en su think tank –la Fundación FAES-. Por tanto, con el reciente cambio de gobierno que apoyaron 11 millones de españoles, Cuba pierde a su principal aliado en Europa.
Las consecuencias inmediatas serán tres: el cambio de embajador en La Habana; más apoyo público a los disidentes (por ejemplo, con las invitaciones a la fiesta nacional del 12 de octubre en la embajada); y, en especial, el impulso a la Posición Común europea, promovida por Aznar en 1996 para acelerar “la transición hacía la democracia y el respeto por los derechos humanos […] y la cooperación con todos los sectores de la sociedad cubana”.
Sin duda el eje de la agenda exterior de Rajoy será el consenso con los socios europeos. Quiere así recuperar la visibilidad en los asuntos internacionales y Cuba (y América Latina por extensión) es un espacio en el que España debe recuperar un protagonismo acorde con su historia y presencia económica. Sin embargo, el estilo de Rajoy será diferente al de Aznar. De hecho, sus alusiones a Cuba o Venezuela durante la campaña electoral han sido mínimas. Temeroso quizá de movilizar al electorado socialista radical, ahora refugiado en Izquierda Unida (IU, comunista).
Sin duda Rajoy –pese a contar con una amplia mayoría absoluta- buscará en el asunto cubano alianzas con otros grupos. Incluso sería conveniente que planteara una “Posición Común” de los partidos políticos españoles. Ahí encontraría el apoyo del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y del catalán Convergencia y Unión (CiU). En el primero, de la mano del senador Iñaki Anasagasti (venezolano de nacimiento) y en el segudo con el diputado Jordi Xuclà, ambos decididos partidarios de la democracia en Cuba. Incluso tendría el respaldo del progresista UPyD (que tiene cinco diputados) y con el parlamentario de Unión del Pueblo Navarro, Carlos Salvador, y el de Foro Asturias, Álvarez Sostres, recién llegado a la Congreso.
Se demostraría así que el rechazo a la dictadura cubana no es un asunto exclusivo del PP, sino que une por igual a conservadores y progresistas; nacionalistas y constitucionalistas. ¿Quién se queda fuera de esta alianza? Obviamente, el PSOE, los ecologistas (Equo-Compromís) e Izquierda Unida, cuyo diputado más combativo es el médico asturiano Gaspar Llamazares, que realizó una maestría en La Habana sobre Salud Pública costeada por el régimen).
Tras la elección del nuevo secretario general socialista en febrero de 2012 se sabrá si el PSOE mantiene su conocida alianza con el régimen cubano o, por el contrario, hay un acercamiento a las tesis democratizadoras del PP. Con ellas han simpatizado históricos políticos socialistas como Jesús Yáñez (expulsado de Cuba en 2008) o el ex presidente del Congreso, Juan José Laborda, pero son una exigüa minoría dentro de ese partido.
Cartel contra Aznar en Centro Habana
Hoy es indudable que Rajoy modificará la política exterior y que lo hará sin estridencias. El nuevo presidente español odia el conflicto público y aún tiene presente la gigantesca manifestación de 2003 donde medio millón de cubanos sitiaron la embajada española para insultar a Aznar, al que Fidel Castro bautizó como “el führercito del bigotico”.  
Para la próxima legislatura, la prioridad de España está en Bruselas (UE) y Berlín, no en La Habana. Esto lo confirma el perfil de los “ministrables” para canciller: Rodrigo Rato (ex presidente del FMI y ex ministro de Economía con Aznar) y Miguel Arias Cañete (abogado del Estado y eurodiputado durante 13 años). Curiosamente, ambos son antiguos alumnos de los jesuitas de Chamartín (Madrid), donde tuvieron como profesores a algunos sacerdotes expulsados de Cuba en 1961.
Pese a todo, Rajoy ha declarado que la primera persona en conocer los nombramientos será el Rey, por lo que hay otros candidatos a ese cargo (como el ex ministro de Exteriores Josep Piqué o el cabeza de lista por Barcelona, Jorge Fernández Díaz). Sin embargo, no es descartable que, a última hora, Rajoy se decante por un nombramiento sorpresa, tipo Francisco Millán, diplomatico y eurodiputado experto en las relaciones UE-EE.UU., cuyo nombre gana fuerza por su cercanía personal a Rajoy.
En síntesis, el próximo presidente español ejecutará una política  previsible con Cuba basada en la petición de elecciones libres, el respeto de los derechos humanos y el apoyo pleno a la oposición democrática. Pero evitará los choques frontales con los Castro, política que contará con el respaldo de Alemania y Francia, claras defensoras la Posición Común de la Unión Europea. En esa estrategia España se apoyará sin duda en la Iglesia católica cubana, único interlocutor organizado e independiente.
Por su parte, La Habana colocará a España nuevamente en el grupo de potenciales enemigos. Podrá así justificar el cierre de filas y la falta de apertura política, pero las tensiones bilaterales será menores. Rajoy sabe que la dictadura cubana se mueve mucho mejor en la confrontación, ya que fortalece su lógica del “enemigo externo" y le permiten exhibir un nacionalismo pueril, pero eficaz internamente.
De modo que España hará de la necesidad virtud y no reconocerá la cuestión cubana como prioritaria. Quizá sí retóricamente, pero no con medidas novedosas, más allá de las que se pacten en Bruselas. Es decir, el nuevo gobierno del PP intentará defender los intereses españoles en Cuba (Madrid es el tercer inversor tras Venezuela y China con unos 1.000 millones € en comercio bilateral), pero sin olvidar la defensa de los valores democráticos.