Publicado el 2 de diciembre en el
Servicio Informativo del Cuban Transition Project.
ICCAS-University of Miami
Encuentro de Rajoy en 2010 con disidentes cubanos |
Mariano Rajoy, presidente
electo de España desde el pasado 20 de noviembre, sigue en silencio. Él es un
político resistente que ni desvela sus cartas ni quiere ofender. Ni dentro ni
fuera de su formación, el conservador Partido Popular (PP).
Mientras tanto, los
candidatos a ministro y las teorías sobre la acción política de Rajoy se
suceden a toda velocidad. También, por supuesto, en el campo de las relaciones
exteriores, con especial y forzosa atención a Europa por la descomunal crisis
económica. No en vano el programa electoral popular en este campo se titula
“Política europea y proyección exterior”. Primero, Europa. Después, los demás.
Sin embargo, tanto la
dimensión atlántica (EEUU, Canada y la OTAN) como la latinoamericana son
importantes para Rajoy. De hecho, el PP asegura que Iberoamérica está en su ADN
político y cita a continuación a un solo país “por sus especiales dificultades
para tener contacto con el mundo libre”: Cuba.
Esta alusión se debe
probablemente a Jorge Moragas, diplomático de carrera y coordinador de
Relaciones Internacionales del PP, buen conocedor de realidad cubana. Moragas,
que fue expulsado de la Isla en 2004 por intentar reunirse con los opositores
Oswaldo Payá y Blanca Reyes, es quizá el principal asesor de Rajoy para asuntos
americanos y defiende con fuerza la “cuestión cubana” como una de las banderas
de su partido.
Sin embargo no siempre fue
así. Recuérdese, por ejemplo, cómo el histórico fundador del PP, Manuel Fraga,
ha mantenido una sorprendente sintonía con Fidel Castro, continuadora de las
buenas relaciones de Franco con el dictador cubano.
Ese doble juego del PP
desapareció por completo en 1996, año del triunfo de José Mª Aznar (por cierto,
nieto del director del Diario de La Marina
en la década de 1920, Manuel Aznar). Pero en 2004 la dictadura recibió de
Rodríguez Zapatero un respaldo desconocido desde la década de 1980. Su ejecutor
fue el ministro Miguel Ángel Moratinos, de grato recuerdo para los comunistas
cubanos
Durante los últimos siete
años han sido innumerables los actos y comunicados del PP en apoyo de los
disidentes cubanos. No sólo a nivel nacional, sino tambien en la Unión Europea
(apoyando el Premio Sajarov de DDHH para Oswaldo Payá o Guillermo Fariñas) y
en su think tank –la Fundación FAES-. Por tanto, con el reciente cambio de
gobierno que apoyaron 11 millones de españoles, Cuba pierde a su principal
aliado en Europa.
Las consecuencias inmediatas
serán tres: el cambio de embajador en La Habana; más apoyo público a los
disidentes (por ejemplo, con las invitaciones a la fiesta nacional del 12 de
octubre en la embajada); y, en especial, el impulso a la Posición Común
europea, promovida por Aznar en 1996 para acelerar “la transición hacía la democracia y el respeto por los derechos
humanos […] y la cooperación con todos los sectores de la sociedad cubana”.
Sin duda el eje de la agenda exterior de Rajoy será el consenso con
los socios europeos. Quiere así recuperar la visibilidad en los asuntos
internacionales y Cuba (y América Latina por extensión) es un espacio en el que
España debe recuperar un protagonismo acorde con su historia y presencia
económica. Sin embargo, el estilo de Rajoy será diferente al de Aznar. De
hecho, sus alusiones a Cuba o Venezuela durante la campaña electoral han sido
mínimas. Temeroso quizá de movilizar al electorado socialista radical, ahora
refugiado en Izquierda Unida (IU, comunista).
Sin duda Rajoy –pese a
contar con una amplia mayoría absoluta- buscará en el asunto cubano alianzas
con otros grupos. Incluso sería conveniente que planteara una “Posición Común”
de los partidos políticos españoles. Ahí encontraría el apoyo del Partido
Nacionalista Vasco (PNV) y del catalán Convergencia y Unión (CiU). En el
primero, de la mano del senador Iñaki Anasagasti (venezolano de nacimiento) y
en el segudo con el diputado Jordi Xuclà, ambos decididos partidarios de la
democracia en Cuba. Incluso tendría el respaldo del progresista UPyD (que tiene
cinco diputados) y con el parlamentario de Unión del Pueblo Navarro, Carlos
Salvador, y el de Foro Asturias, Álvarez Sostres, recién llegado a la Congreso.
Se demostraría así que el
rechazo a la dictadura cubana no es un asunto exclusivo del PP, sino que une
por igual a conservadores y progresistas; nacionalistas y constitucionalistas.
¿Quién se queda fuera de esta alianza? Obviamente, el PSOE, los ecologistas
(Equo-Compromís) e Izquierda Unida, cuyo diputado más combativo es el médico
asturiano Gaspar Llamazares, que realizó una maestría en La Habana sobre Salud
Pública costeada por el régimen).
Tras la elección del nuevo
secretario general socialista en febrero de 2012 se sabrá si el PSOE mantiene
su conocida alianza con el régimen cubano o, por el contrario, hay un
acercamiento a las tesis democratizadoras del PP. Con ellas han simpatizado
históricos políticos socialistas como Jesús Yáñez (expulsado de Cuba en 2008) o
el ex presidente del Congreso, Juan José Laborda, pero son una exigüa minoría
dentro de ese partido.
Cartel contra Aznar en Centro Habana |
Para la próxima legislatura,
la prioridad de España está en Bruselas (UE) y Berlín, no en La Habana. Esto lo
confirma el perfil de los “ministrables” para canciller: Rodrigo Rato (ex
presidente del FMI y ex ministro de Economía con Aznar) y Miguel Arias Cañete
(abogado del Estado y eurodiputado durante 13 años). Curiosamente, ambos son
antiguos alumnos de los jesuitas de Chamartín (Madrid), donde tuvieron como
profesores a algunos sacerdotes expulsados de Cuba en 1961.
Pese a todo, Rajoy ha
declarado que la primera persona en conocer los nombramientos será el Rey, por
lo que hay otros candidatos a ese cargo (como el ex ministro de Exteriores Josep Piqué o el cabeza de lista
por Barcelona, Jorge Fernández Díaz). Sin embargo, no es descartable que, a
última hora, Rajoy se decante por un nombramiento sorpresa, tipo Francisco
Millán, diplomatico y eurodiputado experto en las relaciones UE-EE.UU., cuyo
nombre gana fuerza por su cercanía personal a Rajoy.
En síntesis, el próximo
presidente español ejecutará una política
previsible con Cuba basada en la petición de elecciones libres, el
respeto de los derechos humanos y el apoyo pleno a la oposición democrática.
Pero evitará los choques frontales con los Castro, política que contará con el
respaldo de Alemania y Francia, claras defensoras la Posición Común de la Unión
Europea. En esa estrategia España se apoyará sin duda en la Iglesia católica
cubana, único interlocutor organizado e independiente.
Por su parte, La Habana colocará
a España nuevamente en el grupo de potenciales enemigos. Podrá así justificar
el cierre de filas y la falta de apertura política, pero las tensiones
bilaterales será menores. Rajoy sabe que la dictadura cubana se mueve mucho
mejor en la confrontación, ya que fortalece su lógica del “enemigo
externo" y le permiten exhibir un nacionalismo pueril, pero eficaz
internamente.
De modo que España hará de la
necesidad virtud y no reconocerá la cuestión cubana como prioritaria. Quizá sí
retóricamente, pero no con medidas novedosas, más allá de las que se pacten en
Bruselas. Es decir, el nuevo gobierno del PP intentará defender los intereses españoles
en Cuba (Madrid es el tercer inversor tras Venezuela y China con unos 1.000
millones € en comercio bilateral), pero sin olvidar la defensa de los valores
democráticos.